martes, 17 de septiembre de 2013

con cierta nostalgia

CON CIERTA NOSTALGIA…

Hoy tengo la intención de rememorar aquellos bailes o “farras”, como se les llamaban en aquellos tiempos cuando vivía en el campo “la Sarita”.
La mayoría de las veces , cuando no era tan grande la reunión, las mismas daban comienzo de mañana jugando a las bochas o a la pelota, generalmente casados contra solteros o bien al chinchón; los que  no participaban preparaban el asado y luego se compartía un agradable almuerzo bajo la sombra de los árboles.
Después, y cumpliendo con el trabajo, la mayoría regresaba a sus casas para hacer el tambo, para luego retornar porque la fiesta seguía de noche. Dado que entre los participantes siempre había alguien que sabía tocar algún instrumento, como el bandoneón, como el caso del “Chacho” Nagel o el “Piri” Calcaterra, siempre se armaba un bailecito. Cabe aclarar que muchas veces se olvidaban de algunos temas y generalmente tocaban las mismas canciones, pero eso no importaba cuando se trataba de divertirse y bailar. Tampoco importaba que la “pista” de baile” fuera de tierra…El patio de mi casa no era muy grande y había un horno de barro pero era tan grande el entusiasmo con estas reuniones que mi mamá no tuvo la mejor idea de sacar el horno.
También se hacían los pic nic de las cooperativas, ahí ya eran más grandes porque venían gente del pueblo, otros de Cabal cruzando el río Salado; y para animar el baile se hacía un “rejunte” de músicos y el que se animaba a cantar lo hacía, aunque supiera una sola canción. Los asistentes se divertían sanamente, salvo algunas ocasiones en las que algún desencuentro podría desencadenar en una riña, pero no pasaba a mayores consecuencias..

Con cierta nostalgia quise rememorar aquellas reuniones que se organizaban en distintas casas de familia allá en nuestra querida Sarita que nos permitían compartir agradables momentos que aún permanecen en nuestros recuerdos y nos hace esbozar una sonrisa melancólica…

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Doña Margarita y su surubí...
Cuando era chica vivía en el campo La Sarita cerca de la laguna La Sorda y el río Salado. A mi mamá, doña Margarita, le gustaba mucho ir a pescar. A mí no, así que mientras ella se dedicaba a su hobby, yo aprovechaba a leer debajo de algún algarrobo, novelas de Corín Tellado.
Una tarde fuimos a poner el trampero, una línea de pescar más reforzada  que se deja hasta el día siguiente. Cuando fuimos al otro día, a caballo en en una petisa, al ir acercándonos, notamos la línea tirante señal de que había algo atrapado; me quedé parada al lado de la barranca observando a mi madre que comenzó muy despacio a sacar el trampero del agua pero grande fue la sorpresa cuando apareció una enorme cabeza de surubí, resultando ser el más grande pescado en la zona ya que este espécimen pesaba alrededor de diecisiete kilos.
Fue cuando le pregunté a mi mamá "qué vamos a hacer ahora?". Pero ella con toda la paciencia del mundo y su sapiencia lo fue sacando despacito, muy lentamente. El trampero lo utilizó para ir arrollándolo alrededor de las aletas que tienen "chuzas" peligrosas y más en este ejemplar tan grande.
Luego se nos presentó otro problema...como transportarlo hasta casa...nuevamente la sapiencia de mi mamá...acercamos nuestra petisa a un árbol y ella haciendo uso de todas sus fuerzas pudo subir o "montar" el pescado atravesado sobre el animal, después subió ella quedando ubicada detrás del surubí y a mí me tocó ir adelante.
Muy despacito retornamos a casa. De lejos mi papá pensaba "qué poste traen estas mujeres a caballo?".
Y cuan grande fue su sorpresa al ver semejante pescado...
Esta aventura ameritaba un festejo que había que organizar por lo tanto colocamos el surubí en el tanque de agua mientras organizábamos todo. Se invitaron a vecinos y amigos a compartir la cena...Arnoldo Nagel, Don Lito Trossero, Ñato Alba, la familia Pini y Melgratti.
Pasaron los años y esta pesca quedó como anécdota. Y no se por qué razón, cuando mi mamá ya estaba desvariando en sus últimos días, repetía esta escena...por algún motivo, su mente que ya no reconocía casi nada, revivía momentos de su pasado...

martes, 3 de septiembre de 2013

Anécdota familiar

Hace unos cuantos años atrás, era costumbre en los pueblos,el reparto de pan en los domicilios,se hacía en volanta tirada por caballos.
Contaba un panadero,que un día,dando la vuelta acostumbrada, se detiene en el domicilio de un matrimonio de abuelos..al grito de..panaderooo... panaderooo!!! varias veces y sin que salga alguien de la casa, se baja de su carro y se acerca al ventanal..se asoma y vé que los viejitos estaban bailando alegremente al compás de una liiinda rancherita!! que sonaba a todo volumen desde la radio...esos viejitos eran mis abuelitos Merkva...